El caso de Walid Makled, alias ‘El Árabe’ o ‘El Turco’, narcotraficante venezolano que fue capturado en Cúcuta por las autoridades colombianas en agosto de este año, ha sido uno de los temas centrales en los ‘diálogos’ de normalización de las relaciones entre Colombia y Venezuela. Durante la más reciente reunión entre Juan Manuel Santos y Hugo Chávez, el mandatario bolivariano ha manifestado su afán porque el narcotraficante sea llevado a Venezuela, y ha impuesto esta extradición como una condición para que el restablecimiento de las buenas relaciones bilaterales ‘sigan’ por buen camino.
Pero, ¿por qué es tan importante Makled para el gobierno bolivariano? Simplemente porque Makled es pieza clave para el esclarecimiento de los vínculos del régimen chavista con el narcotráfico. ‘El Árabe’ posee pruebas irrefutables para exponer ante el mundo, de una vez por todas y sin miramientos, la naturaleza narcoterrorista del gobierno venezolano, esto es, un régimen que no sólo apoya a grupos terroristas como las FARC y ETA, sino que también participa activamente en el negocio del trafico de drogas ilegales. Por eso Chávez necesita tener al narcotraficante en su terruño, para acallarlo y enterrar la verdad sobre su gobierno criminal y corrupto.
Walik Makled fue, hasta hace poco más de dos años, uno de los empresarios venezolanos de mayor éxito en ese país. Éxito que logró, claro, gracias a sus negocios ilícitos, pero ante todo, por su intima amistad con generales y funcionarios de alto nivel del gobierno comunista. Gracias a estos vínculos, el narcotraficante se hizo con el control de la nacionalizada aerolínea Aeropostal y consiguió la concesión para administrar el principal puerto marítimo de Venezuela, Puerto Cabello. Según
Según las declaraciones del propio narcotraficante, él patrocinó, con cerca de dos millones de dólares, la campaña del referendo chavista en 2007, y le entregó dinero a ministros, gobernadores y diputados de
Es por esto que Estados Unidos ha notificado a Colombia de su interés por llevar a Makled ante los tribunales de justicia de su país, en donde se le siguen procesos por el envío de 10 toneladas de cocaína a EE.UU. en asocio con miembros de las FARC y otros narcos colombianos. La verdad es que, más allá de estas acusaciones, ‘El Árabe’ es importante para EE.UU. porque a ese país le interesa conocer las sindicaciones de la relación Chávez - narcotráfico. Y así lo entiende el propio Mackled, quien dice que con lo que él conoce y las pruebas que tiene, “es suficiente para que EE.UU. intervenga a Venezuela, como ocurrió con Noriega en Panamá. Hay demasiada corrupción y narcotráfico".[2]
Tal vez, esto sea una exageración, pues es poco probable que EE.UU. invada a Venezuela. Pero el caso sí puede servir de punto de partida para que, de una vez y por todas, el país del norte empiece a darle significancia a la amenaza que significa el gobierno narcoterrorista de Chávez para la seguridad del hemisferio. Hasta ahora, Washington ha querido ver a Chávez como un personaje molesto pero inofensivo, sin prestarle mayor importancia a los vínculos del chavismo con el narcoterrorismo internacional, las constantes transgresiones a los principios democráticos, la intervención en los asuntos internos de otros países. Esta posición se ha consolidado durante el gobierno de Barack Obama, quien se ha caracterizado por su desidia hacia America Latina y por su falta de carácter para asumir los asuntos de seguridad.
Ahora bien, sabiendo de la humillante postura que ha asumido el gobierno de Santos frente al déspota bolivariano, lo más probable es que Colombia acceda a la solicitud de extradición venezolana por encima de la petición de EE.UU., y con ello, se convierta en cómplice de la sepultura de la verdad. Curiosamente, hasta hace pocos meses, Chávez llamaba ‘mafioso’ a Santos, hoy el Presidente de los colombianos tiene la oportunidad para exponer a Chávez como el realmente ‘mafioso’.
En cualquier caso, de darle gusto a Caracas, el gobierno colombiano estaría cometiendo un craso error, uno más de la serie de inquietudes que está sembrando en torno a la forma cómo se está llevando la política exterior del país. En un momento coyuntural en las relaciones entre Colombia y EE.UU., cuando recién los republicanos han retomado el control de
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