El 9 de noviembre de 1989 cae el muro de Berlín, ante la presión popular que hace caso omiso de las medidas de seguridad, se sube al muro y lo desmantela. Los soldados que custodian las entradas se ven desbordados y permiten el paso entre ambos lados libremente. La caída del muro de Berlín tiene un sentido tanto real como metafórico. Los fragmentos del muro, auténticos o no, se convirtieron en objetos de colección.
A principios de la década de los 60, la guerra fría alcanzó un alto grado de tensión y las dos Alemanias fueron el escenario donde EE.UU. y la URSS parecían querer dirimir sus diferencias. En ese clima de crispación ideológica, en el que el espionaje de uno y otro bando encarecía las relaciones internacionales, miles de ciudadanos germano-orientales huían de la persecución política hacia la Alemania Occidental.
La escalada de tensión en Berlín, situada en territorio dominado por el ejército rojo y dividida en sectores administrados por potencias occidentales (EE.UU., Gran Bretaña y Francia por un lado y la URSS por el otro), se debió, entre otras causas, a las elecciones llevadas a cabo en ella y a la introducción de una nueva moneda en Alemania occidental, cuya fortaleza alteró los planes del desarrollo económico comunistas. La URSS no aceptó la introducción del marco occidental en el país y prohibió su circulación en Berlín alegando que conculcaba los acuerdos firmados. El contraste de los niveles de vida en uno y otro lado se hizo evidente y ello contribuyó a fomentar la fuga constante de ciudadanos alemanes al sector Oeste. Tras exigir Jruschov la retirada de Berlín de todas las tropas de ocupación, el 13 de Agosto de 1961, fuerzas de seguridad germano- orientales cerraron con alambres de espino o ladrillo y cemento sesenta y ocho de los ochenta puntos de comunicación entre un sector y otro de la ciudad. El muro de Berlín, junto al cual perecieron decenas de alemanes, se erigió en un trágico símbolo de la guerra fría. Tanto así que fue considerada la frontera de los mundos.
La caída del muro de Berlín supuso el fin de la guerra fría, pero también el comienzo de tensiones hasta ahora camufladas, como la guerra del Golfo, y guerras civiles en muchas de las repúblicas del bloque comunista, como Yugoslavia, Georgia, Osetia, Azerbaiyán, etc.
Durante la segunda mitad del siglo XX, toda Alemania y especialmente su capital Berlín, fueron el reflejo de la división política y económica que separaba al mundo entero. La síntesis de tal división la explica el conflicto denominado Guerra Fría, sostenido por las potencias mundiales URSS y Estados Unidos de Norteamérica.
Así, el este del territorio germano estaba bajo el dominio de la ideología comunista sustentada por la Unión Soviética; mientras que en el lado Oeste regía el capitalismo basado en la experiencia y dirección política del gobierno estadounidense. Los límites de estas fronteras habían sido explícitamente demarcados por las autoridades soviéticas en la ciudad de Berlín desde el 13 de agosto de 1961, a través de la construcción de un muro de más de 100 km. de longitud y cerca de 4 metros de alto. La fortificación separaría a la ciudad en dos, e impediría la fuga de miles de berlineses desde la zona oriental comunista hacia la zona occidental de la República Federal Alemana. La prohibición de cruzar la frontera, impuesta a los alemanes habitantes de la RDA por las autoridades comunistas, fue radical y pocos fueron capaces de burlarla, en tanto que varios cientos murieron en el intento.
Finalmente, las políticas reformistas impulsadas desde mediados de la década de 1980 en la Unión Soviética por el líder ruso Mijaíl Gorbachov, se tradujeron en la decisión de abrir poco a poco las fronteras de la República Democrática Alemana. Sin embargo, el 9 de noviembre de 1989 y tras una breve y equívoca conferencia de prensa realizada por el señor Günter Schabowski, miles de berlineses del Este y Oeste se aglomeraron frente al muro y se dieron a la tarea de conseguir por la fuerza que las barreras fronterizas fueran abiertas ese mismo día, acción con la que se convierten en protagonistas de una de las acciones político-sociales más relevantes de las últimas décadas: la caída del muro de Berlín.
Entre 1989 y 1991, el mundo experimentó, en secuencia rápida, una serie de acontecimientos drásticos (la caída del Muro de Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, el estallido interno de la Unión Soviética, el término del Pacto de Varsovia y la guerra en la antigua Yugoslavia), que resultó en los siguientes hechos:
Fin de la guerra fría y del mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como potencia hegemónica. Los Estados Unidos de América reunió 28 naciones aliadas y obtuvo permiso de la O.N.U. para sacar las tropas iraquíes del territorio de Kuwait en caso de que las mismas no se retiraran de sus fronteras antes del 15 de enero de 1991. La Guerra del Golfo duró desde el 16 de enero al 27 de febrero de 1991 con la rendición incondicional de Iraq, sin embargo hoy continúa.
El inicio de las reivindicaciones del Japón y Alemania, grandes potencias económicas, pero alejadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial de las decisiones políticas mundiales. El Japón, al recibir la negativa de Rusia de devolver las islas Curiles, ciertamente reevaluará su estructura militar, hoy limitada al 1% de su PBI por disposición constitucional impuesta por los Estados Unidos durante la ocupación al final de la Segunda Guerra Mundial.
Alemania reivindicó la retirada de las tropas de la OTAN de su territorio, ya que no existe amenaza justificada. Ambos, Japón y Alemania, desean tomar asiento como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. No se justifica tomar parte del "Grupo de los Siete" (líderes de las naciones más industrializadas) si no se tiene la contrapartida del poder político, a través del poder del veto, en el órgano de mayor representación política en el planeta. Tal reivindicación causó el pronunciamiento de los 108 países del Movimiento No-Alineado, reunidos en Indonesia en septiembre de 1992, manifestando preocupación con el ingreso de esas naciones como miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Formación de mega-bloques económicos y políticos. La formación del NAFTA, conformado por los Estados Unidos, Canadá y México, sorprendió a los países de América del Sur pues se constituía otro mega-bloque económico en el eje Norte-Norte. Por ello se concibió la creación del MERCOSUR, del cual formaban parte inicialmente Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y ahora Chile. El ingreso de Venezuela aún se encuentra suspendido. La posibilidad de formación de nuevos mega-bloques económicos (en el sudeste asiático encabezado por Japón, en el Oriente Medio a través de la identificación islámica, arrastrando las repúblicas islámicas a la ex-URSS y otros) es seria en relación a la perturbación que podría producir en las relaciones internacionales.
Hoy en Latinoamérica el llamado socialismo del siglo XXI pretende restaurar las condiciones de la guerra fría y erigir un nuevo muro en las relaciones internacionales, enarbolando de nuevo las banderas de la lucha de clases y el antiimperialismo, atribuido a EE.UU., como condición para mantener esas relaciones. Colombia, que hizo parte en su momento del Movimiento de Países No Alineados, se ha convertido en la piedra en el zapato para las proyecciones expansionistas y hegemónicas del llamado socialismo del siglo XXI y su versión más agresiva, el bolivarianismo encabezado por Venezuela en adopción al proyecto Bolivariano para una Nueva Colombia que desde 1998 impulsaran las Farc.
La efemérides que se celebra, debería ser motivo de reflexión para los colombianos sobre lo que significa el sometimiento a regímenes totalitarios donde las libertades y derechos civiles son conculcados a favor de un partido único de gobierno en perjuicio de la colectividad, del bien general, del Estado social de derecho.
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