Quienes llegaron a concebir la idea de que reconocer la existencia de un conflicto interno en Colombia, conllevaría la humanización de la amenaza narcoterrorista, seguramente deben estar reflexionando sobre lo sucedido en Corinto, Cauca, cuando una estructura criminal de las Farc atacó a soldados desarmados y civiles que adelantaban tareas de mitigación de riesgos ante el inclemente invierno.
Mientras los uniformados removían escombros de una avalancha del rio Jagual en Corinto, la narcoguerrilla les disparó y lanzó explosivos (tatucos). Decenas de civiles, entre ellos mujeres y niños que trataban de retirar una empalizada creada por la creciente del río, se vieron obligados a huir y el Ejército fue retirado de la zona; de tal manera que las víctimas del desastre quedaron sin ningún auxilio o protección.
No contentos con el criminal ataque a una misión de ayuda humanitaria del Ejército, las Farc presionaron la migración de los habitantes de la zona, generando un drama adicional con el desplazamiento humano.
En ninguna mente o conciencia humana puede generarse la idea de que la acción de las Farc se puede denominar ‘altruismo humanitario’, como hacen nuestros Magistrados y Jueces cuando tienen conocimiento de procesos contra los terroristas, como impunemente auspician ciertos medios de comunicación que presentan informaciones mentirosas para mostrar a las narcoguerrillas como organizaciones populares en auge, como lo hizo recientemente El Espectador.
Ahora que nuestra clase política ha convertido el tema en un debate semántico, las narcoguerrillas muestran su verdadero rostro y su intención de agravar día a día la situación de nuestros ciudadanos para justificar su discurso ideológico; aumentar el riesgo para las 35 familias afectadas por la avalancha del rio Jagual en Corinto, hace parte de su estrategia política de agravar las condiciones de respuesta del régimen, razón que han esgrimido para atentar contra acueductos y redes eléctricas, oleoductos y gasoductos, en diversas zonas del país; algo explícitamente prohibido en el derecho internacional.
Pero mientras tanto, sigámoslos consintiendo, tratándolos con guante de seda y llamándolos ‘luchadores altruistas’, ‘actores del conflicto’, etc., seguramente reflexionen y no dejen vacía la silla de un eventual diálogo para alcanzar la paz. No importa que consentirles le cueste más a las víctimas del invierno o de las acciones criminales de estas organizaciones narcoterroristas que ahora aspirarán a poner en retirada a nuestro Ejército al amparo de su reconocimiento político.
Semejante trato ha sido labor de zapa de tiempo atrás; ya en 2008 el ex director de Planeación y hoy decano de Economía de la Universidad de Los Andes, Alejandro Gaviria propuso al gobierno hacer un reconocimiento político a las Farc para encontrar una salida al conflicto.
El economista explicó su opinión frente al tema del día en la W como un elemento adicional a la desmovilización de guerrilleros. "Yo creo que lo que necesita las Farc es cierto reconocimiento, cierta salida digna que básicamente el gobierno no solamente le ofrezca algunas posiciones de desmovilización sino que le permita de alguna manera simbólica si se quiere decir, bueno nosotros perdimos el tiempo fueron 40 años de lucha estéril pero tenemos por lo menos este reconocimiento de alguna manera cierta salida digna que les permita de alguna manera salvar la cara". El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Rubén Salazar coincidió con Gaviria que con esta decisión el gobierno demostraría su tolerancia con el proceso.
La respuesta de las Farc también ha sido constante: Atacar y hostigar puestos de salud, escuelas y ahora a tropas desarmadas que adelantan misiones humanitarias. ¿Qué dirán nuestros ciudadanos y ciudadanas por la paz?
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