A diferencia de lo que sucede en Colombia, la Audiencia Provincial de Girona, España acaba de ponerle un límite a la capacidad de algunos periodistas y columnistas de enlodar la honra ajena o presentar como hechos ciertos acusaciones sin fundamento que constituyen un linchamiento moral y social de los afectados.
El sistema jurídico español, no contempla el derecho al insulto y a la mentira. El insulto y la expresión vejatoria no pueden ser aceptados como ejercicio legítimo del pretendido derecho de información, señala una sentencia de la Audiencia Provincial de Girona que califica de falsos 11 artículos de "investigación" publicados en 2005 y 2006 en el diario El Mundo donde dos reporteros acusaron al pintor Gaetano Pisano, Tano, y a su esposa Blandine Pellet, de ocultar y proteger en España a Aribert Heim, el criminal nazi que asesinó a presos judíos en la enfermería del campo de concentración de Mauthausen. Pisano, que reside en Palafrugell, recibe desde entonces tratamiento psiquiátrico y la venta de sus acuarelas cayó en picado en el mercado europeo y norteamericano. "Esta terrible historia es como un mal sueño que, además, ha provocado un enorme daño en mi carrera", asegura el pintor que se pregunta cómo se puede borrar de Google los reportajes en los que se les acusaba(1).
Las publicaciones denunciadas conculcan de forma manifiesta y palmaria el derecho al honor de los demandantes al atribuirles hechos que les hacen desmerecer del público el aprecio y respeto granjeados a lo largo de más de 10 años en Palafrugell; del contenido se desprenden expresiones insultantes e insinuaciones insidiosas; están redactadas con ánimo vejatorio al relacionarlos con el nazi más buscado; son obtenidas con un claro desprecio a la verdad al no haber sido contrastadas ni verificadas con la diligencia exigida a un profesional de la información; las informaciones no solo eran inveraces sino también plagadas de expresiones insinuantes y preñadas de imputación delictiva que no pueden tener cabida en el derecho a la información(2).
Si eso sucediera en Colombia, periodistas, columnistas y opinadores de nuestros medios harían causa común para señalar que la condena constituye un atentado contra la libertad de prensa y una censura a la libertad de informar, porque aquí lo común es que se denigre, se acuse, se insulte y se utilicen expresiones vejatorias para referirse a gobernantes, militares y otras personalidades que no son del afecto de quien escribe. Por ejemplo, al expresidente Uribe hoy cuanta persona quiere lo hace objeto de acusaciones injuriosas y calumniosas, basta leer a personajes como Ramiro Bejarano, Daniel Coronel y otros, sin que deban asumir responsabilidad alguna, ni civil, ni penal, ni disciplinaria aplicada por los propios medios obligados a informar al público de manera veraz e imparcial.
Igual sucede con instituciones como el Ejército Nacional, se denigra, se utilizan expresiones injuriosas y lesivas para la dignidad de los militares, pero nunca hay una rectificación, mucho menos un llamado de atención siquiera para que escriban con ética, con honestidad, con veracidad; los periodistas en Colombia se han convertido en una especie de sicarios morales que disparan su pluma contra quien no es de sus afectos o contra quien es señalado como blanco por oscuros intereses políticos.
[1] EL PAIS. Víctimas de una mentira periodística. Madrid, marzo 15 de 2011. En: http://www.elpais.com/articulo/espana/Victimas/mentira/periodistica/elpepuesp/20110315elpepunac_21/Tes
[2] Ibíd.
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