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miércoles, 28 de julio de 2010

UN NUEVO ROUND EN UNASUR

Es interés del movimiento socialista del siglo XXI, el que las denuncias colombianas ante la OEA sobre la presencia y respaldo a las narcoguerrillas de las Farc y Eln en territorio venezolano, se debatan en el seno de UNASUR, no para continuar lo ya planteado en Washington la semana anterior, sino a partir de ceros y en cambio retomar el hecho de las denuncias como una agresión colombo-norteamericana contra Venezuela se ha puesto más que en evidencia.

Sacaron a Fidel Castro de la sala de cuidados intensivos, lo vistieron con uniforme militar y lo pusieron a decir que Cuba favorece el diálogo pero que si hay un conflicto nadie puede dudar de qué lado está el gobierno castro-marxista, como mecanismo de presión ideológica a gobiernos de esa corriente en el continente; algunos países de la ALBA, como Nicaragua, también presionan para que se atiendan las razones ideológicas del apoyo a las narcoguerrillas antes que a la estabilidad regional.

Mañana UNASUR será un escenario donde el agresivo bloque bolivariano (Venezuela-Ecuador-Bolivia) pretenderá que la reunión de Cancilleres en Quito, se convierta en una hoguera donde quemar a Colombia por ser instrumento de la agresión yanqui contra Venezuela y sus argumentos serán el acuerdo de cooperación contra el narcotráfico y el terrorismo, y la negación sin pruebas de la presencia de terroristas y narcotraficantes en su país, este bloque contará con el respaldo sumiso del gobierno Argentino sometido a Caracas por razones económicas más que por identidad política. El discurso ecuatoriano se limitará a la letanía quejosa por la Operación Fénix.

En el medio tratarán de estar tres (3) países cuyos gobiernos se identifican también con los postulados del Foro de Sao Paulo, como que el de Brasil es coautor de este intento de revivir el marxismo-leninismo, y junto a él estarán los de Uruguay y Paraguay, querrán fungir como árbitros en un desigual combate.

Y por último el bloque de Colombia, la agredida por la actividad proterrorista del gobierno venezolano, con el posible respaldo de Chile y Perú, que a su vez han sido víctimas de la verborrea chavista por no doblegarse a sus planes expansionistas y hegemónicos del llamado bolivarianismo.

Para tratar de enmendar el error político que constituyó la decisión del presidente venezolano de ordenar el rompimiento diplomático con Colombia y a su vez como mecanismo distractor, el canciller de ese país, Nicolás Maduro intentará imponer un plan de paz que no resuelve el problema de la presencia narcoguerrillera en Venezuela con la anuencia de su gobierno.

El canciller venezolano ha hecho gala de cinismo en su correría por Suramérica exponiendo esa propuesta como una supuesta alternativa para evitar una salida desesperada de Colombia, como si fuera Colombia la que se estuviere jugando un destino político en las elecciones de septiembre a las que el PUSV acude con desventaja por el cansancio venezolano de un régimen ineficiente y corrupto que ha dilapidado una fortuna en tratar de expandir el pensamiento de Chávez.

Venezuela se juega sus cartas y ha propuesto al presidente Fernando Lugo como mediador, posición que también quiere asumir Lula da Silva; mediación que no tiene futuro alguno en cuanto es condicionada por el régimen venezolana a que no se intervenga en los asuntos venezolanos, a que no se busquen mecanismos de confirmación de las denuncias colombianas, a que no se cuestione la alianza del partido de gobierno PUSV con el movimiento filoterrrorista que encabezan las Farc y Eln, el Movimiento Continental Bolivariano MCB, sino que se remita simplemente a retomar el gastado discurso de la amenaza yanqui contra el Continente derivada del Plan Colombia y el reciente a la ampliación del acuerdo de cooperación militar colombo-norteamericano.

De hecho así lo advierten: "Cualquiera de estos países miembros de Unasur lo que van a hacer es lo mismo que sus cancillerías harían en el contexto de la OEA", explica el embajador venezolano, Milos Alcalay, quien además sostiene que el resultado del encuentro debe ser "una posición aferrada al Derecho internacional público", es decir y más claro no canta un gallo: UNASUR no va a definir nada sobre el asunto de la queja colombiana y para Venezuela solo es una oportunidad para alcanzar una esquiva victoria política que redunde en beneficios para todos los socialistas del siglo XXI en el continente, incluidos los áulicos del chavismo en Colombia.

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