Ya no son solamente los submarinos de las narcoguerrillas colombianas, ahora los cárteles mexicanos montan su arma de blindados. Las bandas mexicanas de narcotraficantes están inmersas en una carrera armamentística, y la muestra más reciente de esto son los vehículos fuertemente blindados de fabricación artesanal, que despliegan en sus feroces enfrentamientos con grupos rivales[1], los cuales tienen capacidad de desplegarse a los países vecinos hoy inmersos en una guerra no declarada, de pronto sea considerado también conflicto interno, protagonizada por los Zetas.
El descubrimiento más reciente demostró que las bandas criminales están a la ofensiva. Los dos vehículos blindados estaban cubiertos de planchas de acero de una pulgada de espesor. Construidos sobre la cama de camiones de tres ejes con una cabina fuertemente blindada, los “narcotanques” más recientes son mucho mayores que las versiones previas. “Allí caben fácilmente 20 personas armadas”, dijo un oficial militar no identificado a El Porvenir TV, mientras mostraba el interior de uno de los vehículos[2].
El oficial dijo que los vehículos podían resistir el fuego de armas montadas de calibre 50 y las explosiones de granadas de mano, y tenían además un puntiagudo ariete de acero en el frente. Una patrulla militar encontró los tanques después que unos soldados avistaron a dos hombres armados a lo largo de la carretera que va de de Nuevo Laredo a Reynosa, a las afueras de Camargo, dijeron las autoridades. Los dos hombres corrieron hacia un almacén. Adentro, los soldados encontraron los dos camiones blindados y un taller para fabricar más. Otros dos camiones se encontraban en el proceso de ser blindados con acero[3].
El 16 de abril, una patrulla del ejército oyó explosiones alrededor de Ciudad Mier, también en el estado de Tamaulipas, y descubrió el casco quemado de otro “narcotanque”. Ese vehículo estaba pintado de color verde militar, y tenía dos torretas superiores y seis ventanillas laterales para disparar a través de ellas. Su capacidad era de 12 combatientes. El vehículo, dijo el ejército, era pesado, grande, y “no muy maniobrable en áreas urbanas o en suelos suaves o arenosos”.
Mientras los narcos se arman y amenazan con extender sus guerras a los países centroamericanos[4], ilustres ex mandatarios y otras personalidades del continente, a falta de más oficio, se dedican a promocionar la claudicación frente a la lucha contra el narcotráfico argumentando un presunto fracaso de las políticas actuales para contener ese fenómeno delictivo.
Los oficiosos defensores de la liberación del consumo de sustancias sicotrópicas olvidan que, como ha señalado la Secretaría Técnica del Consejo de Seguridad Nacional del gobierno mexicano, encabezada por Alejandro Poiré, "tomar medidas parciales es insuficiente e ineficaz porque es un fenómeno trasnacional, con una estructura de mercado internacional y requiere ser analizado en un contexto mucho más amplio que en un solo Estado"
Para nuestro caso, el ex presidente César Gaviria parece olvidar que las Farc han subsistido y adelantan su agresión terrorista gracias a los recursos que le proporciona el narcotráfico y su alianza transnacional, que legalizar esos recursos no implica un automático cese del terrorismo por parte de las narcoguerrillas, cuyo ingreso por ese concepto es ubicado entre el 42 y 45% del total de sus recursos; que por el contrario, se haría más difícil perseguir y controlar esa fuente de financiamiento y la aplicación de las medidas legales para su reducción.
Así como ocurre en Colombia, en México el delito del narcotráfico está ligado a otros conexos como señala el Secretario Poiré: "Pensar que el crimen organizado en México es igual a narcotráfico, ignora que el crimen organizado comete otros delitos como secuestro, extorsión y robo", apuntó para los medios el funcionario. La misma disyuntiva podría plantearse para Colombia donde el narcotráfico está íntimamente ligado a otras manifestaciones criminales como el narcoterrorismo de las Farc, Eln y las Bacrim.
La llamada Comisión Global de Políticas Sobre Drogas CGPSD, de la cual hacen parte entre otros ex presidentes como Ernesto Zedillo de México y César Gaviria Trujillo de Colombia, fundamenta sus alegatos que en voz de el empresario británico Richard Branson insiste en que la guerra contra las drogas es un fracaso porque no se ha reducido el consumo y ha llenado las cárceles. Además, cuesta millones de dólares a los contribuyentes, alienta el crimen organizado y provoca miles de muertos.
Mientras el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, el gran elector de Ollanta Humala, quien también forma parte de la Comisión Global de Políticas sobre Drogas, ha declarado en diversas ocasiones que América Latina debe legalizar el consumo de drogas, “o de lo contrario el continente entero terminará como México”, el gobierno costarricense informaba documentadamente que cárteles del narcotráfico originarios de México y Colombia se disputan en Costa Rica el control de rutas para enviar drogas a Estados Unidos y Europa, de tal manera que cualquier cesión en políticas de Estado contra el delito, será una concesión gratuita a los cárteles narcotraficantes.
La llamada persecución legal a los consumidores de narcóticos es un mito en la realidad, a pesar de la existencia de normas policiales o penales que criminalizan el consumo, la realidad muestra que esa infracción normativa no es perseguida, hay otras prioridades para la tarea policial y judicial, así que el argumento de los ilustres ‘académicos e intelectuales’ es igual de vacuo y absurdo.
Proponer que el Estado asuma la responsabilidad, a costa de los impuestos que pagan los contribuyentes, de quienes voluntaria e individualmente optan por el consumo de narcóticos, no es una solución realista y si fuente de un mayor desfinanciamiento del Estado, se extendería inmediatamente a los consumidores de otras sustancias adictivas como el alcohol y el tabaco, que en el caso colombiano son fuente de tributación para la salud y la educación.
De ahí que al igual que con el tabaco y el alcohol, la Comisión recomienda acabar con la "criminalización", "marginalización" y "estigmatización" de los consumidores que no causan daños a terceros. También refiere que es necesario experimentar con modelos de regulación, especialmente en el caso de la marihuana, para minar el poder del crimen organizado, pero si su modelo de propuesta es el Holandés, deberían tener en cuenta la desregularización impuesta en ese país que fue convertido en puerto de consumo de los adictos, sin que representara mejores ingresos para el Estado.
La despenalización de drogas ha fracasado a nivel internacional, incluso en países que oportunamente se jactaron de haber tomado esa medida. Tal es el caso de Holanda, nación que está reviendo su histórica decisión despenalizadora y ha disminuido la dosis de narcóticos permitida para consumo personal. En tal sentido, el gobierno holandés ha anticipado que de manera inminente volverá a la política de la penalización y admitió que la política de "permisividad" ha sido un rotundo fracaso. Lo mismo aseguró hace pocos meses Jaime Bermúdez, ex canciller de Colombia, quien admitió que en su país, gracias a la despenalización, no sólo no se redujeron los índices de consumo de drogas, sino que crecieron los carteles y las mafias[5].
Es un hecho que mientras el narcotráfico, incluidas las Farc y Eln, tengan rutas seguras para sus ingresos y mientras exista la demanda de narcóticos, el negocio no acabará; de ahí que la voluntad mundial debe estar encaminada a atacar la economía narcotraficante, en los países de producción y en los de consumo; mientras subsistan normas que protegen esos capitales, los narcotraficantes y los terroristas tendrán un amplio campo para actuar.
[1] Ver en: http://www.elnuevoherald.com/2011/06/06/956422/narcotanques-en-mexico.html#ixzz1OeLkSBae
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[5] SANZ, Christian. Despenalización de las drogas, locura oficial. Consultado en: http://www.periodicotribuna.com.ar/5227-despenalizacion-de-las-drogas-la-locura-oficial.html
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