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lunes, 13 de diciembre de 2010

LA VISIÓN DE LAS FARC SOBRE LA FRUSTRACIÓN DEL CAGUÁN


En la página de Anncol hay un documento que pretende responsabilizar al gobierno de Andrés Pastrana por el fracaso del Caguán (1998-2002) [1], al atribuir la concesión de la llamada zona de despeje a una estrategia dirigida no a la negociación con las Farc, sino a buscar la justificación política perfecta para iniciar una intensa campaña propagandística y mediática encaminada no solo a satanizar moralmente la guerrilla, sino a criminalizarla y a convertir el secuestro en el peor delito de la humanidad, señalando además que la elección de Uribe Vélez era el resultado lógico de esa estrategia de la línea militarista que, se impuso hegemónica en Colombia sobre el fracaso del Caguán y con la monserga de la “pronta” derrota de la guerrilla, y que ha impedido el inicio de cualquier otro proceso de dialogo tendiente a encontrarle una solución política al histórico conflicto social armado colombiano.

Según el analista fariano, fueron las Farc las que resultaron burladas en el fracasado proceso del Caguán, no el país; ese fracaso no se deriva de la asunción de las Farc de la llamada zona de despeje para consolidar sus intereses narcotraficantes y terroristas, sino de la acción del gobierno tendiente a la modernización de las Fuerzas Militares y al establecimiento del Plan Colombia, concebido inicialmente como estrategia contra el narcotráfico, pero que se señala como una política hábilmente utilizada por el gobierno de Clinton para adelantar el reordenamiento geoestratégico neoliberal e imperialista en la región andino amazónica.

Las Farc señalan que la concesión de la zona de despeje hizo parte de una estrategia norteamericana para consolidar su control sobre el continente, que era un secreto diplomático muy bien guardado que sólo salió a flote 10 años después en una trifulca típica entre Uribe Vélez y Pastrana, cuando este debió declarar públicamente que había sido una imposición del gobierno Clinton, como una parte esencial del desarrollo del Plan Colombia; el fundamento de tal afirmación es un documento de Camilo González Posso [2], Ex Ministro de Estado, negociador de los acuerdos para la Asamblea Constituyente de 1991, Secretario Técnico del Mandato por la Paz (1997 – 2002) y de las Mesas Ciudadanas para la agenda de negociación (1999-2002). Actualmente Presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, INDEPAZ, y quien hiciera parte de las comisiones del gobierno de Pastrana en ese proceso.

Para las Farc el proceso del Caguán fue una maniobra distractora del gobierno cuyo objetivo era “hablar sin negociar y pararse a tiempo, para luego derrotarlos y volver a dialogar con los que queden”, señalando entonces que la Política de Defensa y Seguridad Democrática diseñada como estrategia contra el narcoterrorismo y aplicada en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez era la continuidad necesaria de lo desarrollado por Pastrana Arango a través del Plan Colombia como estrategia imperialista que a través de la oligarquía cipaya y militarista colombiana impuso una iniciativa regional andina para oponerse al Socialismo del Siglo XXI, cuando este ni siquiera había tomado forma, sólo hasta 1999 Chávez alcanza el poder en Venezuela, Evo Morales lo hará en el 2005 en Bolivia y en el 2006 Daniel Ortega en Nicaragua.

Esconde el analista fariano los intereses con que las Farc acudieron al Caguán, que no eran los de adelantar verdaderas negociaciones para la paz, sino como lo devela Fidel Castro en el 2008 [3], consolidarse políticamente como poder después de los triunfos tácticos en Patascoy, Las Delicias, Mitú, y a partir de los cuales el Estado Mayor de las FARC vislumbraba la posibilidad de controlar buena parte del sur y el oriente del país y de llevar su ofensiva militar a las ciudades; Marulanda y sus secuaces veían factible dividir el país y crear un gobierno provisional que simbolizara un poder dual pero de alguna manera sentían que su punto débil era el déficit de aliados políticos que llenaran el vacío dejado por la Unión Patriótica y por su repliegue a una organización de estructuras dominantemente rurales. La Mesa de Diálogo en el Caguán se inscribió en esa estrategia general como un instrumento útil para promover en el país el programa de gobierno definido en las Conferencias de las Farc (Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia a través del PC3), y tender puentes con sectores diversos que podrían ser neutralizados o tornarse simpatizantes de la propuesta revolucionaria [4].

No es entonces gratuito o coincidencial que el Partido Comunista Colombiano, PCC, atendiendo esa estrategia creara en el 2005 el llamado Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Lesa Humanidad y Violaciones a los Derechos Humanos MOVICE, representado por Iván Cepeda, actualmente Representante a la Cámara por el Polo Democrático, o que en el 2008 surgiera el movimiento político de la exsenadora Piedad Córdoba, Ciudadanos y Ciudadanas por la Paz (CCP), como mecanismos para neutralizar el creciente rechazo al terrorismo fariano y especialmente a la práctica del secuestro como arma política, promoviendo actos como la marcha del 6 de marzo de 2008, mediante la cual se pretendía mostrar apoyo popular a la organización criminal, y el desarrollo de la guerra política contra la institución militar adelantada desde el poder legislativo y el poder judicial, adelantado por los elementos pertenecientes o afectos al PC3.

Es entonces claro que si el Estado tenía como objetivo “hablar sin negociar y pararse a tiempo, para luego derrotarlos y volver a dialogar con los que queden”, las Farc igualmente se proponen “dividir el país y luego si negociar con lo que quede en pie”, algo en lo que el MOVICE y el CCP siguen actuando con toda intensidad, alcanzando logros como el poner a los militares en el mismo plato de la balanza a través de la llamada Ley de Víctimas o ahora con el anuncio de la liberación de cinco secuestrados como homenaje reivindicativo por parte de las Farc a la exsenadora Córdoba Ruíz.

El pueblo colombiano no puede llamarse a engaños y no puede perder de vista lo actuado por las Farc en la llamada zona de distensión del Caguán, experiencia que realmente debe ser irrepetible; ha sido la narcoguerrilla la que ha puesto en práctica a lo largo de su nefasta historia el principio promulgado por Ho Chi Min en Vietnam, “hablar sin negociar y pararse a tiempo, para luego derrotarlos y volver a dialogar con los que queden”, como lo demuestran las fallidas negociaciones que desde la amnistía e indulto concedido en el gobierno de Rojas Pinilla se ha repetido hasta el gobierno de Andrés Pastrana o frente a la Ley de Justicia y Paz promulgada en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

Mentir descaradamente como lo hacen MOVICE y CCP tiene un solo fin: mentir diciendo algo que no es verdad con intención de engañar. Quien engaña, trasmite a los demás su propia equivocación, y solamente atiende la estrategia fariana de dividir a la Sociedad para intentar la legitimación de su praxis narcoterrorista. ¿Por qué las Farc anuncian la liberación de cinco secuestrados como un homenaje a Piedad Córdoba y no como un gesto humanitario ante la exigencia de la comunidad nacional e internacional? Es el juego político del engaño y de la mentira para posicionar a sus elementos.

[1] Ver texto completo en: http://anncol.eu/columnistas/21/l-pos-cagu%C3%A1n-982?templateId=982
[2] GONZÁLEZ POSSO, Camilo. El Caguán irrepetible. Indepaz. Texto completo en: http://www.indepaz.org.co
[3] Fidel Castro, La Paz en Colombia, 2008. Cita en el libro: “Antes de esa ofensiva final, tienen previsto como alternativa dividir el país en dos, tomando el poder en dos o tres departamentos del Sur (Caquetá, Putumayo, Meta), mientras que en el Norte mantendrán cercadas y bloqueadas a las grandes ciudades. En ese caso buscarían una solución negociada sobre la base de los 10 puntos programáticos de las FARC y estarían en mayor ventaja de negociar; en caso de que esto no sea posible, continuarán la guerra hasta la toma del poder, que se ejercerá convirtiendo a los 80 frentes guerrilleros en la columna medular de un poder popular y que los mejores comandantes asuman la conducción de las fuerzas armadas”.
[4] GONZÁLEZ POSSO, Camilo. Ob.cit.

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