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jueves, 23 de septiembre de 2010

¿QUÉ SIGNIFICA PARA LAS FARC LA BAJA DEL MONO JOJOY?


Si para la organización narcoterrorista la baja de Luis Edgar Devia, alias Raúl Reyes, significó el desvertebramiento de sus relaciones internacionales, la muerte de Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge Briceño, alias Mono Jojoy la posible baja del líder de las milicias bolivarianas, alias Carlos Arturo Lozada, implican una irrecuperable pérdida en la coordinación y dirección de las operaciones terroristas de esa organización.

Como parte del llamado Secretariado queda Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano, quien se encuentra cercado y ad portas de un golpe similar en el llamado Cañón de las Hermosas en el centro occidente del país, quien al parecer ostenta el mando simbólico de la organización narcoterrorista, pues ya ningún frente parece atender sus directrices por la inexistencia de la cadena de comunicación y dirección necesarias.

Seguirían en la línea de mando alias Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timoleón Jiménez o Timochenko e Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, de quienes la información de inteligencia indica se ocultan en Venezuela sin un mayor peso en las decisiones del Secretariado, así mismo Milton de Jesús Toncel Redondo, alias Joaquín Gómez (considerado como estratega militar de esa organización y quien podría reemplazar al abatido Mono Jojoy); los otros cabecillas del Secretariado, Jorge Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, y Wilson Valderrama Cano, alias Mauricio Jaramillo o el Médico, no tienen la suficiente ascendencia sobre las estructuras criminales para ascender ahora en esa organización como elementos que procuren la cohesión del grupo criminal.

Las dificultades organizativas de las Farc dan cuenta del real estado actual de la organización criminal, en el día de ayer por ejemplo se entregaron a las autoridades los últimos componentes del llamado Frente 50, el Frente 48 se encuentra ahora disperso y en franca huída arrastrando el peso de la derrota propinada en San Miguel, con lo que las consideradas más importantes estructuras al sur del país se desvertebran igualmente. Indudablemente la desaparición de alias Mono Jojoy representa un duro golpe a la moral de combate de las Farc, por lo que este bandido representaba dentro de la organización como codirector de la misma en el mismo plano de alias Alfonso Cano.

Debe recordarse que El Secretariado del Estado Mayor Central fue consolidado y puesto en funcionamiento en el mes de enero de 1973 y está compuesto por 25 comandantes. Los máximos líderes de las Farc se componen de siete figuras ideológicas y militares y dos suplentes, que son los que ordenan y determinan todas las acciones del grupo narcoguerrillero. Que en los últimos 8 años la organización terrorista ha perdido a sus más representativas figuras, incluido alias Manuel Marulanda o Tirofijo, que el Estado Mayor Central se encuentra disperso y sin posibilidades de comunicación organizativa y operativa, que el estado de moral de los componentes de las diferentes estructuras es negativo y solo se mantiene la cohesión mediante las amenazas de fusilamiento o de atentados contra sus familias. Hoy nadie puede decir con realismo que existe unidad de espíritu en la organización narcoterrorista.

Indudablemente hoy a las Farc sólo les queda la esperanza de que los aparatos políticos nacionales e internacionales que aún tienen cierta afinidad con ellos, puedan presionar el llamado acuerdo humanitario como salida digna a la inminente derrota, pues saben que mediante ese mecanismo político tendrían algunas ventajas para imponer condiciones al Estado, mientras que cesar unilateralmente las acciones narcoterroristas y someterse a la ley les reduciría esa posibilidad.
El dilema para el narcoterrorismo es hoy más grande, los desesperados llamados de sus apologistas a que la comunidad mundial presione al gobierno colombiano no tuvieron ningún eco, mientras que hoy la prensa mundial refleja la satisfacción de esa comunidad internacional ante los excelentes resultados de la Operación Sodoma.

Una vez más queda demostrado el profesionalismo de nuestras Fuerzas Militares que de manera paciente y con todos los sacrificios que ello implica, han continuado cerrando el cerco y dando los resultados esperados por el pueblo colombiano, pese a las guerras jurídicas y mediáticas que han querido torpedear esa labor. ¿Qué dirán hoy los apologistas de las Farc que hasta hace poco loaban el presunto renacer de las narcoguerrillas y la llegada al techo de la PDSD como estrategia para combatirlas?

El éxito está cercano, pero debe recordarse que entre más acosada la fiera más peligrosa e impredecible puede tornarse. La victoria obtenida con la Operación Sodoma debe redoblar la voluntad de derrotar la amenaza narcoterrorista en breve tiempo y no puede representar triunfalismo o exceso de confianza, porque esos son los momentos que el enemigo aprovecha para golpear a fin de recuperar un poco de confianza.

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