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jueves, 9 de septiembre de 2010

Anti-santismo Extremo como herramienta política del Terrorismo


Paradójicamente, el presidente Santos posee un gran apoyo del electorado uribista; sin embargo la bancada uribista del congreso (Partido de la U) está boicoteando desde las últimas dos semanas los proyectos de ley del nuevo gobierno.

Lo anterior ocurre en virtud que se considera que el gobierno Santos “ha traicionado” la lógica del gobierno anterior en los últimos ocho años frente al conflicto y por ello vemos como los ministerios más relevantes no son de miembros del partido de gobierno sino del partido conservador, liberal y cambio radical.

Cabe destacar que la estrategia de gobierno del presidente Santos es realmente inteligente en virtud que con los proyectos de ley de la reforma agraria, cambio en el sistema de transferencia y condena a la corrupción, se encuentra quitándole todo el soporte político-ideológico que eventualmente le sirve a las Farc para legitimar su discurso en el exterior y que nutre a los grupos de milicias y a la actuación del PC3.

En este orden de ideas, las Farc se encuentran reactivando sus ataques no solo basados en la lógica del “Plan Renacer” y del “Plan 2010” establecidos con anterioridad por el cabecilla Alfonso Cano, sino porque nadie, ni siquiera la inteligencia del enemigo consideró que la agenda de este gobierno fuera a empoderarse de temas que tradicionalmente no generan réditos políticos en el mundo político pero que si generan cambios estratégicos en la lógica organizativa y estructural de un Estado.

El secretariado de las Farc comprende que la guerra es política y no militar. El gobierno Santos lo entiende de la misma manera. En ese orden de ideas, las Farc lanzan estos feroces ataques solo contra la Fuerza Pública en virtud que ha determinado que desde el 7 de agosto de 2010 sus intereses vitales discursivos (políticos) se encuentran amenazados.

Por lo anterior, las Farc buscan minar la moral de la tropa y la policía, en virtud que el Estado ya logró maniobrar la mente de la población a favor; la nueva estrategia política es realizar varios golpes pequeños pero militarmente representativos con el fin de comunicar.

El terrorismo no es un fin, es un medio de comunicación con el objetivo de alterar los patrones de movilización popular y política; lo anterior debido a que la percepción importa más que los resultados.
La lógica partidista está cayendo en esta trampa impuesta por los terroristas y es boicotear las iniciativas políticas del presidente Santos. La percepción hace creer que la guardia se bajó frente al enemigo, que la tropa dejó de ser eficaz, que el propio partido de gobierno está boicoteando a su presidente y que los escándalos del gobierno anterior son para desprestigiar al presidente.

Por lo anterior, es necesario manejar el anti-santismo que se encuentra germinando en diversos sectores del Estado; si esto sigue creciendo, los únicos que aprovecharan lo anterior serán los terroristas que atraves de sus estructuras de guerra de células (netwar) identifican los baches institucionales para fortalecer la guerra política.

En ese orden de ideas, la recomendación versa en minimizar mediáticamente los ataques terroristas que realizan las Farc. El daño no se realiza mediante la acción violenta, por el contrario, el arma es la comunicación que realizan diferentes medios de mostrar reiteradamente en un mismo día el mismo acto terrorista.

Las Farc como enemigo asimétrico buscan con esta nueva estrategia cambiar el nivel de incertidumbre, es decir, la sorpresa, cambiando los teatros de operaciones de militares a políticos. No hay que caer en la trampa de creer que Santos ha traicionado la seguridad democrática; por el contrario ha logrado llevar el concepto de acción integral del Estado al verdadero significado del mismo que es involucrar a los diferentes poderes del Estado para restarle capacidad política y discursiva al enemigo terrorista.

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